
Berta tiene 34 años y es una coach altamente intuitiva, de esas que entienden a la otra parte casi con solo mirarla. Vive en Las Palmas de Gran Canaria y si bien es una apasionada del crecimiento personal, ella misma tenía una cuenta pendiente que hacía de freno de mano y no le dejaba volar libremente: en julio de 2012 presenció el fallecimiento de su padre.
Fue una experiencia de vida muy dura. De las que se quedan en la retina para siempre, acompañada de un sin fin de emociones encontradas. Aún 8 años después Berta seguía luchando para pasar página, aunque no podía evitar sentirse sola el día del aniversario de su fallecimiento, y verse inmersa en sentimientos de culpa y abandono.
Este año 2020, sin embargo, las cosas han cambiado. Berta relata que “una gran amiga me prestó ayuda y me recomendó trabajar con Mariano de los Santos. Estaba en un punto en que sabía que había algo dentro de mi que no iba bien, y quería sacarlo. Y sabía que era con relación al tema del fallecimiento de mi padre. Yo notaba que durante mucho tiempo no había logrado encontrar paz y tranquilidad, esa respiración tranquila que se da cuando una persona sabe que está tranquila. Y en parte también sentía cierta desconfianza al enfrentarme a la vida, con todo lo que tenía relación con el futuro. Definitivamente tenía miedo al futuro”.
Berta intentaba mantenerse fuerte año tras año en el aniversario del fallecimiento de su padre. Cuenta que “cada año, en el mes de julio en torno a la fecha en que mi padre murió, todos estos sentimientos se me agudizaban. Una semana antes me ponía en plan ‘no pasa nada, vaya tontería, si ya hace un montón de tiempo que pasó, etc’, y justo cuando llegaba el día a las 19:30 que fue cuando él murió, me entraba como una especie de bloqueo emocional, y al llegar la noche me sentía mal por no haber escrito nada en las redes sociales, una nota dedicada a él. Creo que buscaba que la gente me pusiera un corazón, un ‘te comprendo’, y de algún modo no sentirme sola en ese día. Tenía un sentimiento de abandono muy fuerte”.
“Empecé a sentir una paz que se iba extendiendo día a día”
Berta y Mariano se pusieron manos a la obra. Para Berta, el trabajo fue “intenso y emotivo, pero a la vez muy llevadero. Me sentí super acompañada, no me sentí para nada sola. Sentí como que Mariano fue el acompañamiento justo y necesario para yo no caer. También sentí comodidad a la hora de poder expresarlo todo, porque es un tema muy duro, y considero que el coach tiene que tener fuerza en ese momento, y tiene que estar limpio. Y así lo sentí trabajando con él. Cuando terminamos el trabajo me sentí tan liviana, era casi como si volara (risas). Lo notaba en la espalda y en el pecho, como si me hubiera quitado una mochila que estaba por delante y por detrás. Una mochila que llevaba esos 8 años encima y que tenía que ver con mi padre pero con otras cosas relacionadas también. Es como si hubiera podido soltar muchas cosas más a raíz de eso».
Los días posteriores Berta comenzó a liberar emociones que llevaban tiempo acumuladas. «Primero sentí que necesitaba llorar. No me lo había permitido, mi pensamiento era de ‘aguanta, aguanta’ y en realidad todo se estaba acumulando. Por eso fue algo muy necesario y liberador. Necesitaba sacarlo fuera. Y a partir de ahí empecé a sentir una paz que se iba extendiendo día a día. Es como si me hubiera quitado un tapón y hubiera salido todo lo que tenía dentro que necesitaba sacar. Mariano de repente logró abrir ese tapón. Así lo sentí literalmente», afirma.
Lograr superar este duelo ha generado un efecto dominó positivo en la vida de Berta. Nos cuenta que «con el pasar del tiempo he notado muchos cambios. He empezado a relacionarme con los demás de una manera diferente, más satisfactoria. Me ha cambiado la manera en la que enfrento el día a día. Por ejemplo ya no me tomo las cosas tan a lo personal, no me pongo a la defensiva sino que tengo más facilidad para tomar cada situación como un apendizaje. Otro ejemplo es que durante mucho tiempo he tenido un problema con que me juzguen sin conocerme, y sin embargo ahora estoy siendo capaz de relajarme y pensar ‘no importa, no pasa nada, cuando conocemos gente nueva a veces conectamos y a veces no, es normal’. Y creo que eso me venía también por mi sentimiento de abandono consecuencia del fallecimiento de mi padre. Todo eso se ha destensado. Estoy mejorando la relación con mi madre también. Tengo la sensación de que me he autoperdonado y por eso no me cuesta perdonar a los demás. Además, siento que estoy perdiendo el miedo al futuro, hasta el punto de que… ¡incluso me estoy permitiendo enamorarme de nuevo!»
Qué buenas noticias y qué valentía la de Berta de animarse a abordar un conflicto tan difícil para ella. Se nota que es una amante de superarse a sí misma y que sus aprendizajes representan unos hermosos recursos que le sirven para seguir creciendo como persona y por supuesto como profesional del coaching. ¡Enhorabuena!