
Os traigo una nueva versión de la relación tóxica y pasajera. Más que nueva diría actualizada, porque relaciones tóxicas y pasajeras las ha habido desde hace mucho tiempo. Sin embargo hoy en día está muy de moda aquello de “vivir el momento”, “dejarse llevar”, “hacer lo que uno siente”, “seguir lo que dicta nuestro corazón”. Imaginemos que te veo por la calle y te atropello con mi tractor, y a continuación digo “ups, lo siento por aplastarte, lo hice porque lo sentí así, me dejé llevar, pero en ningún caso quise hacerte daño”. Pues, salvando las distancias, es bastante parecido.
En el último tiempo vengo trabajando con un número creciente de casos en los que un Galán Fantasma aparece en la vida de una mujer que anhela profundamente encontrar el amor. Un amor sano, alguien que le escriba su canción, que la escuche y le preste atención, que la invite a tocar su corazón. Y ahí aparece este galán como caído del cielo, con su romanticismo, sus cuidados y sus detalles inesperados y tan bellamente inexplicables. A este galán le llamamos fantasma porque aparece por sorpresa y así como viene se va sin dejar rastro, aunque también podríamos llamarle Galán Vampiro porque te chupa la sangre y se va, o bien Galán Mago porque usa la máxima “ahora me ves, ahora no me ves”. Se trata del galán que llega y te conquista eléctricamente (aunque desafortunadamente por dentro es un niño traumatizado), cuya droga es la pasión fugaz (que asocia comprometerse de verdad en una relación con la posibilidad de que le destruyan el corazón), que proyecta dinamismo y seguridad en sí mismo (aunque de puertas para adentro en realidad es inestable y está muerto de miedo), y que una vez que ella baja la guardia, a las pocas semanas o a los pocos meses, y decide entregarse a tener una relación estable con él, entonces el Galán Fantasma desaparece. Así, con la excusa más hueca. Y el vacío que deja se convierte en precipicio, en shock emocional, en incredulidad completa, en decepción y sobre todo en culpa y en un pensamiento obsesivo de qué habré hecho yo mal para que él desaparezca.