
A menudo los deportistas sufren por dos miedos básicos: el miedo al éxito y el miedo al fracaso.
Puede parecer una broma tener miedo al éxito pero es más común de lo que parece. El dicho popular “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” es un buen ejemplo de ello. El miedo al éxito es el miedo a salir de la zona de confort, ya sea porque las consecuencias pueden ser un exceso de responsabilidades y trabajo, o bien porque no me valoro lo suficiente, es decir, no me siento con los recursos necesarios para gestionar adecuadamente un reto determinado.
Esto puede tener la raíz en algo tan simple como unos padres excesivamente protectores que han tenido miedo a que el niño explore, salga al mundo, se lance a las oportunidades y a los regalos de la vida. Es la concepción de que salir de nuestra zona cómoda es peligroso porque “a saber con lo que nos podemos encontrar”. Educar a un niño o niña con esa inseguridad puede hacer que, subconscientemente, luego de mayor como deportista tenga miedo a los grandes eventos, a las grandes finales y, en definitiva, a los grandes éxitos porque son espacios con una presión muy alta y están fuera de nuestra zona de control.
Para trabajar el miedo al éxito es importante concienciarse de que el éxito es un derecho que nos asiste a todos y que las personas que han tenido éxito son aquellas que no centraron sus energías en evaluar los peligros de un reto sino en valorar los beneficios que podían conseguir.
Otro miedo presente en el deporte es el miedo al fracaso, el cual está a menudo muy ligado al perfeccionismo y al miedo a cometer errores. En un contexto de competitividad muchos deportistas no pueden soportar la idea de equivocarse y fallar porque (a veces a nivel inconsciente) consideran que van a decepcionar las expectativas de los demás y puede perder los elogios ya sea del publico, de su entrenador o incluso de su familia.
Cuando un niño se equivoca, es por desgracia parte de nuestra cultura que en una familia se castigue su error en vez de tomarlo como un aprendizaje. Por lo tanto es curioso comprobar cómo al profundizar en los motivos del miedo al fracaso, un deportista puede admitir que tiene miedo a que el resto del equipo le tenga menos estima o incluso que miembros de su familia le quieran menos.
En este caso, para trabajar el miedo al fracaso es importante tomar conciencia de que un error es una oportunidad para superarse a uno mismo. Los deportistas exitosos no son aquellos que nunca se equivocaron, sino aquellos que tuvieron la fuerza y la audacia de levantarse y seguir progresando, sabederos de que tienen derecho a ser queridos y a recibir el afecto de los suyos tanto en las duras como en las maduras.