
En marzo de 2015 comenzamos a trabajar con Jenny Buch, jubilada de profesión logistics manager en una empresa de Madrid, debido a sus importantes problemas con la alimentación. “Hace un año y medio me diagnostican 216 intolerancias, incluyendo numerosos alimentos, aditivos, conservantes y estimulantes. En general notaba que tenía problemas con alimentos cotidianos como el tomate, la pasta, el pan, los quesos, la leche, el café… me generaban muchísimos malestares estomacales constantemente. No podía comer casi nada de forma normal, he estado así durante muchísimos años”. En la primera sesión Jenny nos cuenta que siente un nudo en el estómago y que no recuerda desde cuándo lo siente, sus primeros recuerdos conscientes de problemas digestivos de este tipo se remontan a la adolescencia.
El coach de Trisquel, Mariano de los Santos, se pone manos a la obra con técnicas de Integración emocional y Programación Neuro-Lingüística para encontrar la ráiz emocional del problema. Jenny relata ahora, meses después, que “yo estaba abierta y dispuesta a probar lo que fuera por si me mejoraba. Y sinceramente las sesiones me dejaron descolocada porque salieron cosas de mi madre y yo pensaba ‘qué tendrán que ver mis temas familiares con este asunto’. Sin embargo lo cierto es que sentí que mi estomago poco a poco se descontraía, me iba quitando rémoras, tensiones que yo ni por asomo había pensado que tuviese. Las sesiones me sirvieron para descargarme, me fuí sintiendo más aliviada y luego ya empecé yo misma a analizar mis cosas y a librarme un poco más”.
Ahora la situación ha cambiado de una forma asombrosa. “El cambio principal lo veo en la comida en general, ya como casi de todo y mi estómago ha mejorado mucho, ya no tengo los malestares estomacales que antes tenía todo el tiempo. Todavía le guardo respeto a algunos alimentos, pero estoy haciendo avances poquito a poco en prácticamente todas las áreas. Me llama especialmente la atención que el tomate ahora no me sienta mal, antes me costaba digerirlo como si me hubiera comido una vaca de un bocado. Mi actitud frente a la comida también ha cambiado, a la hora de comer lo hago cuando me apetece, sin miedos y sin ninguna regla tan estricta. Se puede decir que ahora hago vida normal”.
En cuanto al proceso de coaching en sí, Jenny señala que “me sentí tranquila con Mariano en todo momento, yo iba de nuevas y me hizo sentirme aliviada. Y sobre todo creo que el proceso que hice con él ha sido efectivo”.